FIESTAS (de) POPULARES

No volveré a pisar la arena de esa plaza fingiendo que no pasa absolutamente nada, ni aguantaré que se sigan riendo de nosotros desde los palcos de su particular circo romano, ese que durante una semana, montan en mi pueblo para disfrute de unos cuantos palurdos amantes de lo truculento. No voy a discutir nunca más sobre si está bien o está mal, ni mostraré respeto hacia quienes dicen vivir de ello, hasta que no se me respete a mí de una vez por todas. Ningún ser humano que entienda por cultura tal necedad sin haber entrado antes en un solo museo merece mi comprensión, ningún gañán con el pecho palomo que pretenda hacerme ver que yo estoy en el mismo error que él por el hecho de comer carne, logrará hacerme gastar más saliva de la que ya he gastado defendiendo lo irrebatible, y por supuesto, sin lugar a alguna duda, ningún político que siga financiando con dinero público el detestable arte de degradar a un ser vivo, merece el voto de cualquiera que abogue por la sensatez. Ha llegado un punto en que no basta con no acudir a ciertos eventos, pues urge manifestar nuestra más enérgica repulsa, así como denunciar las subvenciones que el gobierno proporciona descaradamente a todo el que quiera explotar a un astado.

Analicemos ahora el concepto de “fiestas populares” y tratemos de aplicarlo a las que este año se celebran en Burriana.

Popular:
Del pueblo o relativo a él.

Nuestro alcalde conoce a la perfección el significado de esta palabra, al igual que nuestro concejal de fiestas. No obstante, han confeccionado desde su madriguera unas fiestas tan salvajes como planas, pues solo los amantes del espectáculo taurino disfrutarán este año de una semana hecha a su medida, con encierros, vaquillas y toros embolados, para de ese modo mantener contenta a una pequeña gran mayoría. Mayoría que desde lo alto de un cadafal, entre vino tinto y altramuces, gozarán como chiquillos con el desorientado morlaco. Mientras tanto, los amantes de la música, que no son pocos, se han de conformar con alguna que otra actuación que por supuesto, el ayuntamiento no ha organizado. Toda una generación de melómanos, o simplemente víctimas del hastío local que han de emigrar a otras localidades para disfrutar de buenos conciertos y un ambiente libre de pasatiempos sangrientos. Pero en la capital del tedio, presidida por la Mare de Deu, continúa esperando el animal a que acabe pronto un linchamiento que se hace eterno e insufrible, con la única esperanza de que algún garrulo ebrio y con falta de coordinación, se tope de frente con la fuerza de sus astas, dejando así a otra madre desolada gracias a una tradición que debe perdurar por muchos años para preservar un negocio que alimenta a unos pocos, pero entretiene a otros muchos.

Esta ha sido mi aportación a las fiestas, para concluir, espero que no se atraganten en la Fira del Coent.

- Kevin Laden -

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