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¿DÓNDE ESTÁ MI PUEBLO? (Homenaje a la Papelera)

Alguien ha propuesto  celebrar  un homenaje todos los años en honor a esa vieja fábrica que adorna  y pinta de nostalgia nuestra periferia, y es lo que me ha impulsado  a escribir este artículo, la nostalgia. Nos es que yo sea muy mayor  que digamos - cumplo 22 a finales de julio  – pero tengo edad suficiente como para salir a la calle y no reconocer  el pueblo en el que me crié, ese que conocí  de pequeño y que ha sufrido una horrorosa mutación que lo hace  irreconocible.  Como si de una enfermedad degenerativa se tratase, hemos visto como  una enorme mancha gris de hormigón y asfalto ha ido devorando todos  nuestros recuerdos a una velocidad pasmosa, dejando a generaciones  venideras  un homogéneo escenario de parques y plazas donde los niños puedan  jugar a salvo de arañazos y rasguños en las rodillas.  A este paso lo más antiguo que nos quedará  a los habitantes de Burriana será  el campanario, si es que no se les ocurre remodelar la fachada como  hicieron con la iglesia del Salvador  lumbreras del ayuntamiento en pleno arrebato de creatividad. Dentro  de unos años, cuando unos seamos mayores y otros más mayores, pasearemos   por este pueblo buscando entre sus calles algo que nos recuerde nuestro  pasado, y no encontraremos más que pisos y más pisos que llegarán  hasta el mar. Y ni siquiera el mar podremos ver ya desde las terrazas.  La huerta que dio a esta población el pan con que alimentarse yace  ahora bajo la colosal sepultura del asfalto, enterrando con ella un  pasado sin reconocimiento alguno por parte de quienes reposan su trasero   en la poltrona del “Magnífic Ajuntament”, practicando con suma  dedicación gratificantes felaciones a dueños de constructoras a cambio  de urbanizar hasta el último rincón de su preciada  “Ciutat de Borriana”. Es la muestra manifiesta de un capitalismo  carroñero que asola el presente y entierra el pasado, desde las costas  de Oropesa hasta el barrio de Cabanyal, al otro lado de nuestra ventana,   aquí, en nuestra propia casa.
Así que me parece una idea cojonuda el homenajear este pequeño trozo  de nuestras vidas, lugar por el que  tantísimas veces nos hemos perdido explorando sus rincones, pisando  jeringuillas y pasando las tardes practicando puntería con las ventanas  de cristal, sus pasadizos hicieron de nuestra niñez y parte de nuestra  adolescencia una trepidante aventura digna del mejor cine de misterio,  viendo fantasmas donde no los había,  inventando leyendas y escuchado relatos supuestamente verídicos sobre  prostitutas descuartizadas e indigentes quemados vivos. Entre silencios  y el sonido de los cristales desquebrajándose bajo las suelas de  nuestras  zapatillas nos hemos perseguido unos a otros, disparando pistolas  imaginarias  o dándonos sustos de muerte. Sus ruinas han sido el fondo de nuestras  mejores y más artísticas fotografías y sus paredes, nuestro mejor  lienzo. Hemos llevado a nuestros ligues  a pasar una tarde romántica y nos han preguntado "¿Por qué  coño me traes a este sitio?" y algunos incluso tenemos alguna  que otra cicatriz que nos recuerda  lo que nos pasó por no mirar dónde pisábamos.  Parecerá una tontería de cuatro nostálgicos, pero la preferimos a  eso que tan cínicamente llaman "progreso", pero como me dijo  hace poco un viejo amigo, ni todas las constructoras juntas podrán  quitarnos los recuerdos.
 
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
  
7 comentaris:
No es por nada,pero lo del indigente asesinado,descuartizado e incinerado ocurrió realmente.Yo conocí (de vista) a los dos protagonistas del macabro suceso!!!
Lo veo perfecto...
Es un dato interesante Carlos, pero si he utilizado el término "supuestamente" es porque no todos conocemos esa historia y menos los de mi generación, pero gracias por el apunte. Salud!
ooy qué alegria me da leer esto.
oleoleole!! sare.
Los pelitos de punta... gracias kevin por estos recuerdos!. Raúl.
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